ALBANIA ES LA NUEVA CROACIA (Y EL NUEVO PARAÍSO MEDITERRÁNEO)
Imagina el Mediterráneo. ¿Qué se te viene a la mente? Costas serpenteantes, salpicadas de acantilados y calas. Cielos eternos, sin una mancha en el techo de azul imposible. Y como no, un mar indefinible, al que ningún epíteto puede hacer justicia.
Intenta ponerle nombre. Costa Brava, Costa Azul y Costa Amalfitana serán los primeros quese te ocurran… Pero puedes añadir uno nuevo a la lista, que viene pisando fuerte: la Riviera albanesa.
Albania, hasta ahora uno de los países más desconocidos de Europa, abre por fin sus brazos a los viajeros, y no le hacen falta más argumentos que los que tiene a espuertas.Playas paradisíacas (y algunas casi desiertas). Sorpresas arqueológicas. Y todo con la sensación de haber descubierto uno de los secretos mejor guardados del otro lado del Mediterráneo.

Una costa llena de sorpresas
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La Riviera no tiene frontera definida, pero si quisiéramos poner una puerta de entrada probablemente estaría en el pueblo de Vlorë, 150 kilómetros al sur de la capital albanesa, Tirana. Aquí es donde el Adriático se encuentra con el Jónico, en una reunión marina que te invita a unirte desde el primer momento.
Vlorë, un batiburrillo de actividad y paseos arbolados, viene con gran peso histórico: aquí se declaró la independencia de Albania del imperio otomano en 1912. Desde entonces, ha crecido hasta convertirse en un centro de importante actividad portuaria, en el que el destartalado encanto urbano da paso a las primeras playas de la Riviera, a cual mejor que la anterior.
La más accesible, Plazhi i Ri puede que te desespere por la aglomeración de gente, aunque si te gusta el sarao, no te querrás separar de uno de sus muchos chiringuitos. Uji i Ftohtë, apenas a dos kilómetros de distancia, es un tramo de playas menos transitadas, pero con un nivel de actividad y jarana que poco tiene que envidiar a Ri.

Si quieres una buena ofera de ocio, Vlorë será tu aliada
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Siguiendo la costa en dirección sur, la siguiente parada es el muy plácido pueblo de Himarë, dividido entre modernos resorts y tradicionales tabernas griegas. A tiro de piedra de Himarë está Llaman, una agradable playa (de guijarros, eso sí, como la mayoría de las playas de aquí hasta Grecia) enclaustrada entre dos colinas, muy popular entre el turismo local.
¿Buscas una experiencia más solitaria y menos congregada? Dirígete a Qeparo, una pintoresca aldea aferrada a dos acantilados y asomada a la escena mediterránea por excelencia, esa que tienes en la cabeza: la cala dorada, el mar turquesa, el cielo eterno.
Llegar a Sarandë, el centro neurálgico de la Riviera y un destino que está ganando en popularidad a zancadas en los Balcanes, es empezar a tener flashbacks muy vívidos de Levante. Sarandë, a pesar de mantenerse modesta en población y tamaño, está viviendo una época de mucho crecimiento, y por ambos flancos se levantan esqueletos de futuros edificios de apartamentos que apunta a un (esperado) boom importante en números de visitas. Pero por ahora (y por suerte), Sarandë se mantiene como una opción agradablecomo base para explorar las playas cercanas cuando ya hayas agotado las que están a pie de calle.

Himarë, oásis
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De entre ellas, Ksamil se lleva el trofeo a la mejor, no solo de la zona, sino, posiblemente de toda la Riviera. Este diminuto archipiélago, 20 kilómetros al sur de Sarandë, tiene tres islas de ensueño con playas de arena blanca a las que casi puedes llegar nadando entre una y otra.
Ksamil está a un tiro de piedra de la antigua ciudad de Butrint, hoy uno de los sitios arqueológicos más importantes de Albania. Agazapado en un parque nacional de 30 kilómetros cuadrados, Butrint muestra señas de los antiguos asentamientos romanos y griegos que vivieron aquí, en una mezcla fascinante que te atrapará con ganas durante medio día que logres levantarte de la toalla.
Ven a descubrir el nuevo paraíso mediterráneo. ¿O te hacen falta más motivos?