El gol como obsesión en la Liga Española
La Liga ya no es solo una cuestión de puntos, sino también de goles. En ambos asuntos manda el Madrid, que en Pamplona cantó el número 100 de los suyos. Su delantera es una mina: Cristiano ya suma 37 (en el total de la temporada, 47) por 20 de Higuaín (24) y 17 de Benzema (28). Los tres marcaron contra Osasuna. Cada uno, a su manera. Todos, en jugadas muy bonitas. El desmarque y el toque de Higuaín fueron inigualables; la pegada de Cristiano, única por admirablemente violenta, y el tiro de Benzema, prodigioso, más difícil incluso que la volea de Van Basten en la Eurocopa de 1988.
Asombra la facilidad del Madrid para meter goles. Nadie duda de que Cristiano batirá su récord de 40 en 2011 y se da por descontado que el equipo de Mourinho superará la marca que dejó el de Toshack en el torneo de 1989-1990: 107.
Aunque ha alcanzado varias goleadas con distintos intermediarios, hay que dejar constancia de que en el Reyno de Navarra no jugaron Pepe, ni Lass ni Khedira y que Coentrão fue suplente. La partida de españoles fue más amplia que nunca, seis, y solo hubo parabienes para dos olvidados como Granero y Albiol. A veces no hace falta trivote ni doble pivote para un 1-5, sobre todo con plantillas tan buenas y profundas como la blanca, sino que alcanza con actuar con naturalidad. Lo mejor del fútbol son siempre los futbolistas y los que hoy juegan en el Madrid resultan tan agradecidos que en cada jornada evocan a las figuras más legendarias del club. El trío Cristiano-Benzema-Higuaín remite al de Puskas-Di Stéfano-Del Sol y, cuando se da importancia a los centrocampistas, los aficionados recuerdan seguramente los tiempos de La Quinta del Buitre.
La misma situación se da en el Barça. Ha sido Messi quien ha logrado la catarsis después de la guerra civil protagonizada por nuñistas y cruyffistas. Los goles de La Pulga (36 en la Liga, 56 en total) han activado por igual la memoria del dream team y del equipo de Les Cinc Copes. Ya no son dos conjuntos antagónicos. Ahora forman parte de una misma manera de apreciar un juego que un día abanderaron Kubala y César y después Cruyff y Rexach. A partir de Messi se actualizan las marcas, se revisa el fútbol, se contextualizan las cosas y se hace club.
La grandeza de Messi se explica por su talento, único en el mundo, y por la intervención de Guardiola. Ya no solo es el pichichi del club, sino que también actúa como líder del equipo. Así se explican a veces sus aspavientos hacia los compañeros por una jugada mal resuelta, gestos de los que después se arrepiente. Le mueve la ambición, la misma que hace que Cristiano le quite un gol a Higuaín y después le asista para que ponga el 1-5. La competitividad del argentino ha dado la gloria al Barça y la del portugués otorgó la Copa y el liderato en la Liga al Madrid.
Hasta Iniesta se ha contagiado de la furia de Messi y metió un gol decisivo contra el Athletic que habría firmado Cristiano. El partido tuvo una intensidad desgarradora, circunstancia que redunda en el excelente plan que ha trazado Bielsa en San Mamés. El Athletic sería una tercera vía, una alternativa al fútbol del Barça, que mastica y degusta el juego, y al del Madrid, que devora las porterías y revienta las redes.
A falta de ocho jornadas para el final, los dos candidatos al título parecen en plena forma, solo condicionados por las exigencias de la Champions. Prevenido, el Madrid difícilmente falla, de modo que no necesariamente tiene que descontar puntos ante los mismos rivales que han penalizado al Barça. El Levante, Santander, Málaga y Villarreal no parecían ser sus peores adversarios. Y los azulgrana han encadenado ocho victorias desde su caída en Pamplona. Pinta bonita la Liga por los goles de Messi y Cristiano, por su capacidad para poner al día los números y el fútbol del Barça y el Madrid, ahora mismo dos equipos prodigiosos, a gusto con su historia, deseosos de nuevos retos.