Un etarra detenido en Roma estaba arropado por grupos radicales italianos
La detención en Roma del presunto miembro de ETA Lander Fernández Arrinda no es solo una operación policial. Es, sobre todo, una advertencia. La de que, mientras la organización terrorista no deje de serlo definitivamente, las fuerzas de seguridad españolas perseguirán a sus integrantes allí donde se encuentren. De hecho, Lander Fernández, natural del barrio bilbaíno de Santutxu, fue detenido solo un día después de que se dictara contra él una orden europea de detención y entrega por “pertenencia a banda armada, estragos y daños”, una escenificación casi perfecta de que el tal Fernández Arrinda estaba siendo vigilado muy de cerca. Y no solo él. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha advertido: “Pueden producirse detenciones en fechas no lejanas en otros países europeos”.
Por lo demás, Lander Fernández no es, valga la expresión, un etarra muy hábil. La policía lo ha seguido, y cazado, allí por donde ha ido, antes incluso que ejecutara sus acciones. Desde hacía semanas se tenían noticias de que se encontraba en Italia, dedicado a cuestiones relacionadas con la logística de la banda, arropado por los mismos grupos radicales que se oponen, mediante acciones violentas, al trazado del tren de alta velocidad en el norte de Italia para unirlo con el francés. Su detención coincide con una gran redada contra el terrorismo anaquista ejecutada por los Carabinieri. Pero el mejor ejemplo de su escasa destreza es la pena de tres años de cárcel a la que fue condenado en 2010. La Guardia Civil lo había detenido con 300 boletos de 600 euros cada uno que tenía que vender —por las buenas o por las malas— durante las fiestas de Getxo (Vizcaya) de 2008 para financiar a la organización terrorista ETA. Aunque no había conseguido colocar ni uno, la Audiencia Nacional lo condenó. Un año después, el Tribunal Supremo consideró que el hecho de que Lander Fernández tuviera en su vehículo los boletos —en los que no se hacía mención expresa a ETA— no era suficiente prueba y lo dejó en libertad. La rifa, en teoría, estaba destinada a “garantizar los derechos humanos y la dignidad de los presos y refugiados”.
Antes, el 18 de noviembre de 2003, Lander Fernández fue detenido por la policía francesa en Saint Julian, cerca de Toulousse, en compañía de Eneko Aguirresarobe. La versión oficial fue que se disponían a robar un coche para darse a la fuga. Aguirresarobe, ese sí, estaba considerado un terrorista peligroso y se sospecha su participación en cinco atentados con explosivos como integrante del comando Vizcaya. El ahora detenido también figura en un auto del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco en el que se deja constancia que participó en un viaje a Venezuela en 2009 junto a otros presuntos miembros de la organización terrorista.
No es la primera vez que la policía italiana —en colaboración con la española— detiene a presuntos miembros de ETA en Roma. En junio de 2010 les tocó a los miembros de Segi –la organización juvenil— Fermín Martínez Lakuntza, Artzai Santesteban Arizkuren y Zuriñe Gogenola Goitia. Estaban huidos desde noviembre de 2009 y, en el momento de su detención, estaban distribuyendo octavillas en las informaban que se sentían perseguidos. Tenían razón.