Rosberg resucita a Mercedes
La fórmula 1 es una disciplina que puede pillarle a uno a trasmano en cualquier momento. Este es el caso de Ingo Speich, un inversor del grupo Daimler que esta misma semana hizo un llamamiento para que Mercedes se dejara de parafernalias y abandonara el proyecto deportivo liderado por Ross Brawn, Michael Schumacher y Nico Rosberg. Poco se podía imaginar el ejecutivo que solo unos días después Rosberg abrillantaría la estrella que simboliza la marca desde lo más alto del podio de Shanghái, después de salir victorioso de una de las carreras más trepidantes de los últimos tiempos, un correcalles que contó con adelantamientos a manta y un solo abandono, curiosamente el de Schumacher, que tuvo que aparcar su monoplaza fuera de la pista porque uno de sus mecánicos metió la pata en el cambio de neumáticos y le dejó una rueda medio suelta. Jenson Button y Lewis Hamilton completaron el podio, justo por delante de los dos Red Bull, mientras que Fernando Alonso concluyó noveno.
Se trata de la primera victoria de Rosberg en la F-1 y le llega al alemán después de haber tomado parte en 111 grandes premios desde su debut, con Williams, hace seis años. A su vez, este triunfo supone el resucitar de Mercedes, que llevaba sin ganar desde los tiempos de Fangio (1955), si bien es cierto que el constructor decidió retirarse tras el accidente que sufrió Pierre Levegh en las 24 Horas de Le Mans de 1955 y en que murieron más de 80 personas.
A la hora de identificar a los dos ingenieros más influyentes del paddock actual, la mayoría coincide en señalar a Adrian Newey y Brawn, el primero a partir de los trazos que dibuja con su lápiz, y el segundo por su privilegiada visión de conjunto y capacidad para identificar las oportunidades y aprovecharlas. Hace tres temporadas, nada más adquirir Honda por un simbólico euro, Brawn encontró una rendija en el reglamento técnico, incorporó en la zona trasera de su prototipo un doble difusor y se lo ofreció a Button, que hasta ese momento solo había sido capaz de imponerse en una ocasión y que, sin embargo, terminó el curso como campeón tras imponerse en seis de las siete primeras pruebas. Con esas credenciales y Schumacher como reclamo, el británico hizo el negocio de su vida al venderle a Mercedes la mayor parte del accionariado de la estructura por 123 millones. Aunque ha tardado algo más de dos años en conseguirlo, este técnico nacido en Manchester y licenciado en Ingeniería Atómica ha vuelto a reflotar otro equipo, igual que anteriormente hizo con Benetton y Ferrari.
Esta vez, Brawn y su tropa han encontrado un filón en el alerón trasero del bólido, dotado de una canalización que minimiza la resistencia al aire. Gracias a este mecanismo, el coche prácticamente levanta el vuelo en las rectas, una cualidad que en un escenario como Shanghái, con la recta más larga del calendario (1.175 metros), le permitió a Rosberg llevarse la pole y la carrera.
Si la velocidad punta es la principal baza de Mercedes, el manejo de los neumáticos era su principal flaqueza. El coche corría tanto como poco le duraban las gomas. Al igual que ocurrió en la cronometrada, sin embargo, la temperatura no se enfiló durante la carrera (24 grados al comienzo), y esa suavidad ambiental actuó de bálsamo en el taller de las flechas plateadas y especialmente en el caso de Rosberg, que completó las 56 vueltas con dos visitas al garaje, una menos que Button, Hamilton y Webber, los tres que terminaron tras él.