Published On: Dom, Jul 22nd, 2012

Del alcoholismo a la cima del ciclismo

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Tres veces campeón olímpico, ex alcohólico y de familia humilde, Bradley Wiggins sabe perfectamente lo que es estar arriba y abajo, tanto en el sillín de su bicicleta como en su vida lejos de las carreteras. Pero nunca llegó tan alto como en este domingo, cuando se convirtió en el primer británico en ganar el Tour de Francia, la ronda ciclista más pretigiosa del mundo.

Superó la muerte de su padre, una adolescencia en un barrio problemático, la adicción al alcohol y una dolorosa retirada del Tour 2011, para el que partía entre los favoritos. Sin embargo, Wiggins no quiere que se olvide su pasado. «Se necesitan decepciones así para ser un mejor deportista. O te haces más fuerte o te arruinas», dijo Wiggins,

Entrar en la historia del deporte lleva su tiempo. Más aún en el ciclismo, una disciplina en la que los éxitos se convierten en fraude con extraña facilidad. Dominador y equilibrado como el cinco veces ganador del Tour Miguel Indurain, de quién Wiggins tenía fotos colgadas por la pared de su cuarto cuando era niño, el británico destaca tanto en las contrarrelojes como en las etapas de montaña.

Hijo de un conductor de tren australiano, Wiggins nació en 1980 en Gent, Bélgica. Dos años más tarde se mudó con su madre a Kilburn, un área problemática de Londres. «Yo no quería estar fumando, rompiendo coches y robando radios», señaló Wiggins, que prefería el ciclismo e Indurain al fútbol y Gary Lineker.

Su padre abandonó la familia temprano y en 2008 fue asesinado por causas desconocidas. El abuelo del ciclista, que falleció hace dos años, se hizo con la figura paterna en la vida del ciclista.

Su carrera deportiva comenzó en la pista y sus primeros éxitos llegaron en el óvalo. En Atenas 2004 ganó el oro olímpico en persecución individual, título que retuvo cuatro años más tarde en Pekín, donde sumó otra presea dorada en equipos. Wiggins agradecerá siempre los dos oros de Pekín a su mujer, Catherine, y a sus hijos.

Después de 2004, el ganador del Tour comenzó a beber y sus compañeros le apodaron «Hooligan». Sin embargo, pudo detener el vicio gracias a su familia y se tatuó una «B» en cada uno de sus pulgares: una por su hijo Ben y otra por su hija Bella.

Sueño cumplido

El gran sueño de Bradley era poder ganar alguna vez el Tour de Francia, algo que ha podido conseguir en esta edición. «Ganar el Tour es lo más grande. No muchos ciclistas han ganado el Tour. Desde que yo nací solo hay 15 vencedores, yo soy el 16. Es una lista histórica, no hay muchos», destacó el ciclista del Sky.

Wiggins quiso acordarse de los centenares de compatriotas que acudieron a los Campos Elíseos a celebrar su triunfo. «Sólo quiero decir gracias, desde el fondo del corazón por vuestro apoyo. Han sido tres semanas mágicas para el ciclismo, sobre todo para el ciclismo británico. Me habéis ayudado a ganar este Tour de Francia», declaró desde lo más alto del podio en París.

Christian Prudhomme, director del Tour de Francia, hizo mención al parentesco sobre la bicicleta de Bradley Wiggins con su ídolo Miguel Indurain. «Ha ganado la carrera a lo Indurain o Anquetil. Este año marcará la apertura a un nuevo mundo que hablará inglés y que poco a poco se va abriendo camino en el ciclismo», dijo el francés.

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