El Asad desafía a la ONU y pone condiciones al alto el fuego del 10 de abril
Las palabras siguieron a los hechos sobre el terreno, que hacía días ya adelantaban que Damasco albergaba escasas intenciones de cumplir con su promesa de retirar los tanques de las calles y dejar de disparar el martes, plazo al que se había comprometido. El ministro de Exteriores sirio, Walid al Mualem, explicó en un comunicado publicado el domingo, que si los rebeldes no entregaban “garantías por escrito” de que deponían las armas, el Ejército tampoco se retiraría de las ciudades. El anuncio supuso un jarro de agua fría para los que tenían esperanzas de que el llamado plan Annan, que establece una tregua a partir del 10 de abril, se vaya a cumplir. Los observadores consideran que las nuevas exigencias constituyen la enésima maniobra dilatoria con la que el régimen de Damasco pretende seguir avanzando posiciones hasta liquidar los focos de rebelión que resisten por todo el país.
Kofi Annan, mediador de Naciones Unidas y la Liga Árabe, anunció con alharacas la semana pasada que el presidente Bachar el Asad y los grupos armados rebeldes habían aceptado cumplir un plan de seis puntos que les había presentado y que incluye el alto el fuego previsto para esta semana. Con este acuerdo inicial aspiraba a frenar el baño de sangre que no cesa desde hace poco más de un año en Siria. Más de 9.000 personas han muerto víctimas de la represión gubernamental siria, según los cálculos de la ONU. “Estoy consternado por los recientes informes que indican un aumento de la violencia y las atrocidades”, indicó Annan el domingo en un comunicado. “[Estos actos] violan lo acordado conmigo”, añadió.
Este fin de semana ha sido especialmente sangriento. Más de cien personas murieron sólo en la jornada del sábado, según el recuento de los activistas antigubernamentales, los que aspiran a poner fin al monopolio del poder que ejerce la familia El Asad desde hace más de cuatro décadas en Siria. El domingo, los combates volvieron a cobrar intensidad en Homs, la ciudad convertida en bastión y símbolo de la resistencia. También se registraron choques en varios suburbios de la capital, Damasco, según las mismas fuentes.
La agencia estatal Sana publicó el parte oficial del comunicado en el que el ministerio de Exteriores asegura que estaban dando pasos en la dirección correcta para cumplir el plan de Annan, pero en el que también fija nuevas condiciones y pone en entredicho por tanto el propio acuerdo. “[Annan] interpretó que Siria había confirmado que retiraría sus tropas de las ciudades y sus alrededores en fecha de 10 de abril, [el ministerio de Exteriores] aclaró que tal interpretación es errónea, sobre todo porque Annan no ha dado hasta el momento garantías escritas al gobierno sirio sobre la aceptación de los grupos terroristas armados de detener la violencia en todas sus formas y su disposición de entregar sus armas”. El comunicado, según la agencia oficial, se quejaba además de que Annan no había dado tampoco “garantías del compromiso de los Gobiernos de Catar, Arabia Saudí y Turquía, de detener la financiación y armamento de los grupos terroristas”.
Los grupos armados rebeldes consideraron que la nueva exigencia de Damasco supondría una rendición incondicional, es decir, que depongan las armas de forma unilateral, algo a lo que dicen no estar dispuestos. El Ejército Libre Sirio comunicó a diversas agencias de noticias que mantienen su compromiso con el plan de Annan incluso en el caso de que el régimen sirio no retire las tropas en el plazo acordado. El portavoz rebelde, en declaraciones a la agencia Reuters, añadió un “pero”, que deja claro que probablemente el plan quedará relegado a la más absoluta irrelevancia en los próximos días. “ Pero si [el Ejército sirio] dispara, nosotros cogeremos las armas de nuevo y pelearemos contra ellos”, advirtió el portavoz del comando conjunto del Ejército Libre, Qassem Saed al Din. Rebeldes y desertores forman el llamado Ejército Libre Sirio que se enfrenta a las tropas de El Asad, muy superiores militarmente, por todo el país.
Al poco de brotar las primeras protestas prodemocráticas en el país, hace ahora algo más de un año, el régimen de Damasco dejó claro que la primavera árabe no iba a florecer tan fácilmente en su país. Sacó los tanques a la calle y siguiendo el manual de resolución de conflictos de su difunto colega libio decidió emplear toda la fuerza a su disposición para reprimir las protestas. Mientras en las calles empleaba el lenguaje de la fuerza, en los pasillos de la diplomacia internacional emitía señales ambiguas y hacía promesas de reformas que terminaban por quedar en el aire. Una de esas promesas ha sido la de cumplir el llamado plan Annan. Dentro de unas horas quedará de manifiesto si se trata de un nuevo brindis al sol.