Rusia se abre al comercio mundial
Rusia está a punto de dejar de ser la única potencia económica fuera de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Este miércoles se convertirá de forma oficial en el socio 156 de esta institución, que media en los conflictos entre países y establece las normas básicas que regulan el comercio internacional. Culmina así un proceso de 18 años, un largo camino de tensas negociaciones, que se ha visto influido por las fluctuaciones de su política interna —entre concepciones nacionalistas y liberales—, y ha vivido momentos en los que el objetivo parecía inalcanzable.
Las susceptibilidades han sido tales que el Kremlin ha llevado al límite el plazo de ratificación que expiraba el 23 de julio. El presidente, Vladímir Putin, firmó la ley que subordina la legislación rusa a las normas de la OMC el 21 de julio, un documento que la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento) y el Consejo de la Federación (Cámara alta) habían aprobado tan solo unos días antes. En contra votó toda la oposición, alegando unos que Rusia realiza una inadmisible cesión de soberanía y otros, que el país no está preparado aún para el ingreso. Además, recurrió ante el Tribunal Constitucional, que falló a favor del ingreso en tiempo récord.
El equipo del presidente Putin apuesta por la integración para estar entre quienes formulan las reglas de juego y para tener instrumentos legales contra el proteccionismo que frena las exportaciones rusas a la Unión Europea y a EE UU. El ministro de Desarrollo Económico, Andréi Beloúsov, defiende que la OMC da instrumentos contra los monopolios y los contratos desventajosos y facilita la participación en proyectos internacionales. También da “estabilidad en el régimen de comercio exterior y hace previsibles las condiciones jurídicas para los operadores”, ha dicho.
En marzo, el Banco Mundial calculaba que el ingreso de Rusia en la OMC se traducirá en un incremento del 3,3% del PIB a medio plazo. La agencia de calificación Fitch destaca el acceso a mercados menos dependientes de las materias primas, lo que le blindaría de las oscilaciones de precio de estos productos básicos.
Rebaja de aranceles y gas social
Con el ingreso en la OMC, Rusia reducirá sus aranceles de importación del 10% de promedio vigente en 2011 al 7,8%. En el caso de los productos industriales, el descenso será del 9,5% al 7,3% y en los productos agrícolas, del 13,2% al 10,8%. Estas reducciones en parte entrarán en vigor en el momento del ingreso y, en parte, se aplicarán de forma escalonada con periodos de transición de hasta siete años para los automóviles e industria aeronáutica y hasta ocho años para la producción avícola.
Las exportaciones más beneficiadas son las de acero, que se verán libres de las cuotas de importación que les imponían la UE y EE UU, y de productos químicos. En el sector agrícola, la reducción de aranceles para productos como ternera, porcino y productos avícolas se aplicará sobre cuotas de importación, habiéndose previsto aranceles más altos para las importaciones por encima de las cuotas.
En el sector energético, los productores y distribuidores de gas natural operarán con criterios comerciales, pero Rusia seguirá regulando el precio de los combustibles para usuarios no comerciales de acuerdo con su política social. Moscú ha aceptado también las condiciones de la convención de Viena de defensa de los derechos de la propiedad intelectual, incluyendo acciones contra las páginas de Internet que distribuyen ilegalmente contenidos protegidos. Los bancos extranjeros podrán abrir sus filiales en Rusia, pero la participación del capital extranjero en el conjunto sistema bancario ruso será limitada al 50%.
Tradicionalmente, se ha argumentado que el ingreso de Rusia beneficia al sector metalúrgico y químico y perjudica al sector agrario. La realidad puede dar sorpresas. Para 2012 y 2013, Rusia ha negociado el derecho a unas subvenciones anuales de 9.000 millones de dólares (7.300 millones de euros) para el sector agrícola, es decir, por encima de los 5.000 millones con los que el Gobierno realmente subvenciona el sector. El nivel de subvenciones agrícolas descenderá a 4.400 millones para 2018, pero las autoridades rusas confían en que para entonces la competitividad habrá mejorado radicalmente.
“Aunque países como Francia y España se opongan al descenso de las subvenciones agrícolas, la tendencia a rebajarlas ya está en marcha y esa tendencia es positiva para Rusia que en la OMC se ha unido al grupo Cairns”, dice el experto Alexéi Portanski, exjefe del centro de ingreso de Rusia en la OMC.
El grupo Cairns es la coalición de naciones exportadoras de productos agrícolas, —entre ellas, Argentina, Australia, Brasil y Canadá— que apoyan la liberalización del comercio en ese sector. “Los precios de la carne de ternera en la UE están subvencionados en un 40% y si quitáramos los subsidios, el resultado no sería competitivo”, advierte el profesor Portanski. “Rusia ha llegado a ser la segunda exportadora mundial de cereales y tiene potencial en la exportación de aves, pollo y cerdo, tras las grandes inversiones que se han hecho en el sector”.
“El sector agrícola es el que más gana con la OMC”, ha afirmado, por su parte, el principal negociador ruso, Maxim Medvedkov. El actual primer ministro, Dmitri Medvédev, no solo cree que Rusia puede autoabastecerse de productos agrícolas, sino también alimentar con ellos a una amplia parte del mundo.
El ingreso de Rusia en la OMC se vio retrasado por el intento de acceder conjuntamente con Kazajistán y Bielorrusia, los socios de Moscú en la Unión Aduanera. Tras renunciar a su empeño, Rusia se ha comprometido a ayudar a Bielorrusia y a Kazajistán a convertirse en miembros de OMC.
En cuanto a la energía, Rusia no ha contraído ninguna obligación internacional sobre la equiparación de los precios del gas en su mercado interno con los del mercado externo, algo que el actual director de la OMC, Pascal Lamy, trató de lograr cuando era comisario de la UE. “La única obligación es que Gazprom tiene que trabajar en las condiciones del mercado interno ruso y no cubrir pérdidas del mercado interno con las ganancias del externo. No existe ninguna obligación de igualar precios internos y externos”, dice el profesor Portanski.
El consumidor no notará enseguida el ingreso de Rusia en la OMC, pero, según calcula Portianski, en un plazo de tres años comenzará a sentir el descenso de los precios de mercancías como los electrodomésticos y los medicamentos y también tendrá la posibilidad de elegir entre más productos y de más calidad. EL PAIS